23 de junio - Al arzobispo metropolitano de Kaunas

Autor: Benedicto XVI

 

CARTA DEL PAPA BENEDICTO XVI
AL ARZOBISPO METROPOLITANO DE KAUNAS

Al venerado hermano
Mons. Sigitas Tamkevicius, s.j.
Arzobispo metropolitano de Kaunas

Me ha agradado mucho recibir la carta con la que me ha informado sobre las iniciativas previstas para recordar el 80° aniversario de la erección de la provincia eclesiástica y de la creación de la archidiócesis de Kaunas. En efecto, el 4 de abril de 1926, el Papa Pío XI, de venerada memoria, con la constitución apostólica Lituanorum gente coronaba el antiguo deseo de los obispos y de los fieles lituanos, los cuales, con espíritu de intensa comunión con el Romano Pontífice, después de la reconstitución de su Estado al final de la primera guerra mundial, pedían poder gozar de una completa organización eclesiástica en tierra lituana.
¡Cómo no recordar, en esta feliz circunstancia, a todas las personas que cooperaron a la realización de esa obra providencial y trabajaron con empeño en la viña del Señor por el bien del pueblo de Dios! En primer lugar, el beato arzobispo Jurgis Matulaitis, m.i.c., visitador apostólico en Lituania, y el cardenal Vincentas Sladkevicius, m.i.c, arzobispo metropolitano de Kaunas, de venerada memoria, los cuales en las manos de Dios fueron instrumentos de reconciliación y equilibrio, también gracias al ejemplo de santidad personal en la realización de su ministerio pastoral.
Son bien conocidas las dolorosas pruebas que el pueblo lituano tuvo que afrontar durante los ocho decenios pasados. La provincia eclesiástica, joven pero ya llena de vitalidad apostólica, sufrió los golpes de la dura persecución soviética, contraria a los valores de la fe católica profundamente arraigados en gran parte de la población lituana. Gracias a la ayuda de Dios, que jamás le faltó, durante los años de la prueba floreció un verdadero vivero de testigos y mártires de la fe. Caída la dictadura comunista, el pueblo lituano ha recuperado su libertad y se ha insertado cada vez más profundamente en la familia de naciones, aportándoles la contribución de su patrimonio de valores.

La libertad recuperada, juntamente con los nuevos desafíos para la Iglesia, pusieron de relieve la necesidad de reorganización de la provincia eclesiástica. A esto se proveyó con la constitución de la nueva provincia eclesiástica de Vilna, realizada por mi predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II.

En el feliz aniversario que se está celebrando conviene dirigir la mirada a las nuevas exigencias de la vida actual, que requiere también de los católicos lituanos un testimonio fuerte y maduro de los valores humanos y cristianos heredados de sus padres. Como testimonian las lecciones de la historia pasada y también reciente, el mal uso de la libertad lleva al vaciamiento y a la ruina del auténtico rostro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. Deseo que los católicos de Lituania, y de modo particular los fieles de la provincia eclesiástica de Kaunas, correspondan cada vez mejor al amor paterno de Dios, del que hablé en mi primera encíclica. La autenticidad de la vida cristiana se manifiesta y se certifica mediante el testimonio de la caridad activa con todos, basándose en la íntima certeza de que Dios es amor. Este es el anuncio perenne de la Iglesia de Cristo, constituida en el mundo para iluminar las conciencias y para guiarlo hacia el conocimiento del sentido más profundo de la vida humana y cristiana.
Me uno de buen grado a la acción de gracias de la Iglesia de Kaunas, que alaba a Dios por los dones recibidos durante los ocho decenios pasados, e invoco la intercesión de la Madre de Dios, venerada en los santuarios de Lituania y de modo particular en el santuario de Siluva.
Que Dios derrame, por intercesión de la Virgen Inmaculada, la abundancia de sus favores espirituales sobre los fieles de esa provincia eclesiástica y sobre los que acudan a la basílica archicatedral de Kaunas con ocasión de esa feliz celebración.
Con estos deseos, le imparto de corazón a usted, venerado hermano, al clero, a los religiosos y a las religiosas, a las personas consagradas y a todos los fieles la implorada bendición apostólica, que de buen grado extiendo a los obispos, a los sacerdotes y a los fieles de las actuales diócesis sufragáneas de Siauliai, Telsiai y Vilkaviskis.

Vaticano, 23 de junio de 2006, solemnidad  del  Sagrado  Corazón de Jesús.

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