A los Ministerios de la Salud del Istmo Centroamericano, 27 de noviembre de 1984

Autor: Juan Pablo II

 

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II 
A LOS RESPONSABLES DE LOS MINISTERIOS 
DE LA SALUD DEL ISTMO CENTROAMERICANO

Martes 27 de noviembre de 1984

 

Señores Ministros, 
distinguidas Señoras y Señores:

Es para mí un verdadero placer tener este encuentro con los responsables de los Ministerios de la Salud del Istmo Centroamericano que, acompañados por altos funcionarios de sus Gobiernos y por dirigentes de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana, realizan una visita a diversos países europeos, para presentar el Plan de Prioridades Básicas de Salud de Centroamérica y Panamá. A ustedes y a todas las distinguidas personas que les acompañan doy ante todo un cordial saludo. Me complace el hecho de que los más altos responsables gubernamentales en el campo de la Salud de Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá —países todos ellos que tuve la dicha de visitar el año pasado—estén llevando a cabo este esfuerzo conjunto, para hacer frente, en modo más adecuado y global, a los graves problemas relacionados con las condiciones sanitarias de aquellos queridos pueblos.

Deseo asegurarles que la Iglesia comparte las preocupaciones de ustedes por servir al hombre, por elevar su calidad de vida, por eliminar, o reducir —en la medida de lo posible— las causas que provocan la mortalidad y morbilidad en ciertos sectores de la población.

Por este motivo no quiero dejar de animarles en su humanitario y loable empeño por mejorar los niveles de Salud en Centroamérica y Panamá, como uno de los primeros servicios debidos a la dignidad de las personas, y respetando siempre las normas éticas que regulan un campo tan importante y delicado de la actividad humana.

Es este un campo que la Iglesia valora altamente y en el que por ello no deja de proclamar los principios morales que alientan a la defensa, tutela y promoción de la vida, a la calidad de la misma, a la atención completa a la persona en sus aspectos espirituales, psíquicos y corporales (Gaudium et Spes, 14, § 1), porque cada ser humano no es sólo la máxima expresión de la vida sobre la tierra, sino también un reflejo de Dios. Por eso mismo la Iglesia colabora gustosamente en tantas instituciones de carácter sanitario.

Consciente de las muchas y apremiantes necesidades existentes en la Región Centroamericana —al igual que en otros tantos países del mundo— formulo votos para que la Comunidad Internacional sea sensible a vuestros objetivos. Y quiera Dios que la mejora en las condiciones de salud de los habitantes de vuestros países sea al mismo tiempo vínculo e instrumento en favor de la paz, la solidaridad y entendimiento entre los pueblos de Centroamérica y Panamá.

Al agradecerles esta visita y desear el mayor éxito para el Plan de Salud en Centroamérica y Panamá, invoco sobre cada uno de ustedes, sus colaboradores y familiares, las bendiciones del Señor y Autor de la vida.

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