A los niños austríacos de la Infancia misionera, 03 de septiembre del 2007
CARTA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
A LOS NIÑOS AUSTRIACOS QUE PARTICIPAN ACTIVAMENTE
EN LA OBRA PONTIFICIA DE LA INFANCIA MISIONERA
Queridos niños:
Con ocasión de mi visita apostólica a Austria, me alegra poder dirigirme en particular a vosotros, que participáis activamente en las iniciativas de la Obra pontificia de la Infancia misionera. Os agradezco de corazón las cartas y los dibujos que me habéis entregado como signos de vuestro afecto y de vuestra cercanía a mi misión. En ellos expresáis los sentimientos de fe y de amor por los que Jesús amaba tanto a los niños y los acogía con los brazos abiertos, señalándolos como ejemplo a sus discípulos: "De los que son como estos es el reino de Dios" (Mc 10, 14).
Quiero deciros que aprecio mucho vuestro compromiso en la Infancia misionera. Veo que sois pequeños colaboradores en el servicio que el Papa presta a la Iglesia y al mundo: vosotros me sostenéis con vuestra oración y también con vuestro compromiso por difundir el Evangelio. Hay muchos niños que aún no conocen a Jesús. Y, por desgracia, hay otros muchos que carecen de lo necesario para vivir: alimento, asistencia sanitaria, instrucción; a muchos les falta paz y serenidad. La Iglesia les dispensa una atención particular, especialmente mediante los misioneros; y también vosotros os sentís llamados a dar vuestra contribución, tanto individualmente como en grupo.
La amistad con Jesús es un don tan hermoso que no se puede tener sólo para sí mismo. Quien recibe este don siente la necesidad de transmitirlo a los demás; y, de este modo, el don, compartido, no disminuye sino que se multiplica. Seguid así. Vosotros estáis creciendo y pronto llegaréis a ser adolescentes y jóvenes: no perdáis vuestro espíritu misionero. Mantened una fe siempre límpida y genuina, como la de san Pedro.
Queridos pequeños amigos, os encomiendo a la protección de la Virgen. Pido por vosotros, por vuestros padres y vuestros hermanos. Pido por vuestros grupos misioneros y vuestros educadores, y a todos imparto de corazón la bendición apostólica.
Castelgandolfo, 3 de septiembre de 2007
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