A Walter Kasper, 2001
MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL CARDENAL WALTER KASPER
CON MOTIVO DE UN ENCUENTRO INTERRELIGIOSO
A mi querido hermano el cardenal
WALTER KASPER
Presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos
He sabido que Su Santidad el patriarca ecuménico Bartolomé I ha tomado la iniciativa de convocar en Bruselas, los días 19 y 20 de diciembre de 2001, un encuentro interreligioso sobre el tema: "La paz de Dios en el mundo". Esta iniciativa, que cuenta también con el apoyo del presidente de la Comisión europea, el profesor Romano Prodi, quiere ser un estímulo para la coexistencia pacífica y la colaboración entre las grandes religiones monoteístas en Europa.
Expreso mis mejores deseos para ese encuentro, y le pido que transmita mi saludo fraterno a Su Santidad el patriarca ecuménico y a todos los participantes, y, sobre todo, que les asegure mi ferviente oración, con la que imploro al Todopoderoso que acepte este testimonio de buena voluntad y nos conceda fuerzas siempre nuevas en la búsqueda de la paz.
Sobre todo espero que el encuentro de Bruselas suscite reflexiones y acciones serenas para favorecer "una renovación general, tanto en el corazón de las personas como en las relaciones entre los pueblos de la tierra" (Mensaje para la celebración de la Jornada mundial de la paz de 2002, n. 10).
Aunque me entristecen mucho las circunstancias trágicas que han afectado profundamente a las personas y a los pueblos y ofuscan actualmente el escenario mundial, sigo albergando una gran esperanza. Por eso, una vez más, he querido hacer un llamamiento a los responsables de las diferentes religiones, pidiéndoles que se unan a mí el próximo 24 de enero en Asís para implorar la paz. Así pues, me uno de todo corazón a Su Santidad el patriarca ecuménico y a todos los ilustres representantes reunidos en Bruselas para el encuentro sobre "La paz de Dios en el mundo". Sólo podremos obtener el don de la paz uniendo nuestros esfuerzos y elevando al Altísimo una oración continua. Sólo recurriendo al perdón recíproco y con nuestra voluntad de instaurar la justicia podremos alcanzar la paz y hacer que resplandezca la naturaleza sagrada del hombre y su dignidad.
Señor cardenal, alegrándome por su presencia y por la de su eminencia el cardenal Francis Arinze en el encuentro convocado en Bruselas por mi hermano, Su Santidad Bartolomé I, estoy convencido de que esta participación de la Iglesia católica y de otros líderes religiosos será una ocasión para manifestar al mundo que todos deseamos ser dóciles al Todopoderoso, a fin de permitirle hacer de nosotros constructores de paz.Vaticano, 17 de diciembre de 2001