Aeropuerto Tuřany de Brno, Ángelus, 27 septiembre 2009 - Benedicto XVI
VIAJE APOSTÓLICO
DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA REPÚBLICA CHECA
(26-28 DE SEPTIEMBRE DE 2009)
BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
Aeropuerto Tuřany de Brno
Domingo 27 de septiembre de 2009
Queridos hermanos y hermanas:
Hemos llegado al término de esta solemne celebración y la hora del mediodía nos invita a la oración del Ángelus. Me alegra rezarla aquí, en el corazón de Moravia, región fraternamente unida a Bohemia, tierra marcada por muchos siglos de fe cristiana, que recuerda en su origen la valiente misión de san Cirilo y san Metodio.
Cuando hace veinte años Juan Pablo II decidió visitar Europa central y oriental tras la caída del totalitarismo comunista, quiso comenzar su viaje pastoral por Velehrad, centro de los famosos Congresos unionistas precursores del ecumenismo entre los pueblos eslavos, y conocido en todo el mundo cristiano. Recordáis además otra visita suya, la de 1995 a Svatý Kopecek, en Olomouc, con el inolvidable encuentro con los jóvenes. Quiero retomar idealmente la enseñanza de mi amado predecesor e invitaros a que os mantengáis fieles a vuestra vocación cristiana y al Evangelio para construir juntos un futuro de solidaridad y de paz.
Moravia es tierra rica en santuarios marianos, que multitudes de peregrinos visitan durante todo el año. En este momento querría dirigirme en una peregrinación ideal a la montaña boscosa de Hostýn, donde veneráis a la Virgen como vuestra protectora. Que María mantenga despierta la fe de todos vosotros, la fe alimentada también por numerosas tradiciones populares que hunden sus raíces en el pasado, pero que justamente cuidáis de conservar para que no se pierda el calor de la convivencia familiar en los pueblos y en las ciudades. A veces se constata, con cierta nostalgia, que el ritmo de la vida moderna tiende a borrar algunas huellas de un pasado rico en fe. Es importante, sin embargo, no perder de vista el ideal que los usos tradicionales expresaban, y sobre todo hay que mantener el patrimonio espiritual heredado de vuestros antepasados, para custodiarlo e incluso hacer que responda a las exigencias de los tiempos actuales. Que os ayude a ello la Virgen María, a quien encomiendo de nuevo vuestra Iglesia y toda la nación checa.
Después del Ángelus
Con afecto doy la bienvenida a los peregrinos procedentes de la vecina Eslovaquia. Queridos hermanos y hermanas, hoy la Palabra de Dios nos exhorta a reconocer a Jesucristo como nuestra única esperanza. Os invito a ser en el mundo testigos fieles de este anuncio. De corazón os bendigo a vosotros y a vuestras familias en la patria. ¡Alabado sea Jesucristo!
Saludo cordialmente a los polacos que participan en esta Eucaristía. Os doy las gracias por vuestra presencia y por el apoyo espiritual. Que el encuentro del Papa con la Iglesia que está en la República Checa sea portadora de abundantes frutos de fe y de amor en vuestro corazón. ¡Que Dios os bendiga!
Saludo de corazón a los peregrinos procedentes de Alemania y de Austria. Me alegra vuestra presencia, vuestra oración y la celebración con los hermanos y las hermanas aquí, en la República Checa. Es la fe en Jesucristo la que, más que todos los vínculos de vecindad, nos congrega y nos une. Y hoy es necesario de manera particular nuestro testimonio común para proclamar de nuevo y con fuerza el anuncio de salvación: el Señor crucificado y resucitado, Jesucristo, esperanza de la humanidad. La experiencia de que Cristo no abandona a sus amigos, sino que les ayuda para que puedan vivir felizmente, no debe dejarnos indiferentes ante nuestro prójimo que busca verdad y amor y anhela la vida verdadera. Mostrémosles el camino hacia Jesucristo que da la vida en abundancia. Con alegría queremos vivir cada día nuestra fe y nuestra esperanza, colaborando en la construcción de una sociedad fundada en los valores del bien, la justicia y la fraternidad, en el amor a Dios y al prójimo. Para ello, que Dios os dé su bendición.
Queridos hermanos, representa para mí un gran gozo estar hoy aquí con vosotros, en Brno, en el corazón de Moravia. Saludo también a cuantos se han unido a nosotros a través de los medios de comunicación. En particular, mi pensamiento afectuoso se dirige a las personas ancianas, a los que sufren y a los enfermos. Pido un recuerdo en la oración, y os aseguro mi cercanía espiritual. Que Dios omnipotente os conceda abundantes gracias celestiales y bendiciones.
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