Al 31° escuadrón de la Aeronáutica militar italiana - 10 de septiembre

Autor: Benedicto XVI

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL 31° ESCUADRÓN DE LA AERONÁUTICA MILITAR ITALIANA

Castelgandolfo, sábado 10 de septiembre de 2005

Queridos componentes del 31° escuadrón de la Aeronáutica militar italiana: 

Esta es la primera ocasión en que me encuentro con todo vuestro grupo. Me alegra de verdad, y os agradezco vuestra visita y el servicio que prestáis. También saludo cordialmente a vuestros familiares que os acompañan. Agradezco al comandante saliente, coronel Giuseppe Coco, las amables palabras que me ha dirigido, y deseo expresarle mi profunda gratitud por el apreciado trabajo que ha llevado a cabo. Saludo al coronel Giuseppe Gimondo,  que  se prepara para asumir el  mando  del escuadrón, y le manifiesto mis mejores deseos para este nuevo encargo. Agradezco, asimismo, el hermoso obsequio de un interesante cuadro.

Desde que el Señor me llamó a desempeñar el ministerio de Obispo de Roma, ya me habéis prestado muchas veces vuestro servicio, y he comprobado la profesionalidad con que trabajáis y, al mismo tiempo, el espíritu cristiano que os anima. Como creyentes, se os ofrece la posibilidad de compartir los mismos ideales evangélicos que están en la base de la misión del Papa. En la realización de vuestro trabajo, podéis poner a disposición de la Iglesia vuestras capacidades, así como la competencia y la experiencia que habéis adquirido, cooperando, a vuestro modo, con el ministerio del Sucesor de Pedro.
Quiero expresar mi gratitud y la de mis colaboradores también mediante algunos signos de distinción, que en esta ocasión tengo la alegría de entregar. Pero, sobre todo, deseo aseguraros que estoy cerca de vosotros con la oración, encomendando a Dios todas vuestras intenciones y proyectos. Encontrarme hoy con vosotros y con vuestros seres queridos me impulsa a recordar ante el Señor a la familia de cada uno de vosotros, para que él ilumine con su gracia los momentos favorables y los difíciles, enriqueciendo unos y otros con valor sobrenatural. Encomiendo desde ahora esta intención, y las intenciones particulares que lleváis en vuestro corazón, a la intercesión de la Virgen María. Os deseo un trabajo sereno, y de corazón os imparto mi bendición a vosotros, aquí presentes, extendiéndola de buen grado a vuestros seres queridos que no han podido estar con vosotros en esta circunstancia.

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