Al administrador apostólico de los latinos del Cáucaso

Autor: Juan Pablo II

 

CARTA DEL PAPA JUAN PABLO II
A MONSEÑOR GIUSEPPE PASOTTO, C.S.S.,
ADMINISTRADOR APOSTÓLICO
DE LOS LATINOS DEL CÁUCASO 

1. En la feliz circunstancia de la inauguración del poliambulatorio «Cristo, Redentor del hombre», deseo hacerme presente espiritualmente con este mensaje en medio de cuantos se van a reunir en Tbilisi para festejar el acontecimiento. Ante todo, lo saludo con afecto a usted, venerado hermano, y al manifestarle mi aprecio por la entrega y el celo con que desempeña su ministerio pastoral, lo exhorto a perseverar con caridad evangélica y actitud de confiada apertura ecuménica en la misión que se le ha encomendado. Asimismo, saludo y doy las gracias por su generoso servicio€eclesial a los sacerdotes, religiosos y religiosas que colaboran con usted.

Mi saludo deferente y cordial va, igualmente, a Su Santidad Ilia II, Catholicós patriarca de la Iglesia ortodoxa de Georgia, con el que deseo intercambiar el santo beso de la paz, como confirmación del compromiso común de testimoniar el amor de Dios y avanzar con valentía y confianza por el camino hacia la unidad plena entre los discípulos del único Señor Jesucristo. Todos somos conscientes de cuán urgente e importante es para nuestro tiempo, caracterizado a menudo por la indiferencia religiosa y los extravíos morales, que los creyentes en Cristo sepan dar un testimonio concorde de fe y un significativo ejemplo de honradez y colaboración en el servicio a sus hermanos.

2. También quiero dirigir un respetuoso saludo al señor Edvard Shevardnadze, presidente de la República de Georgia, quien, durante estos años, me ha hecho partícipe de la delicada y compleja situación en que se encuentra el pueblo georgiano, particularmente querido para mí, pidiendo en muchas ocasiones atención, comprensión y solidaridad.

De igual modo, quiero expresar mi complacencia en particular a las diversas delegaciones que han acudido para esta ocasión: a la de la Congregación para las Iglesias orientales, que promovió la construcción del edificio; a la de la Cáritas italiana, que contribuyó ampliamente a la financiación de la obra; y a la de los religiosos y religiosas camilianos, que han aceptado con generosidad su gestión y su cuidado. La presencia de todas estas personas muestra bien el interés y la solicitud de toda la Iglesia católica por los creyentes de esa nación, así como la estima y la amistad que en todas partes se siente por el pueblo georgiano, que ha sabido conservar a lo largo de los siglos la fe cristiana, incluso a costa de su sangre. Los georgianos han expresado también esta fidelidad a través de numerosas y significativas realizaciones artísticas y culturales, pruebas elocuentes de que la semilla del anuncio evangélico ha echado sólidas raíces en su tierra. En efecto, la cultura y la espiritualidad cristianas han llegado a ser una característica esencial de la misma identidad€del pueblo georgiano.

3. Deseo que el poliambulatorio, que se inaugurar á ahora, constituya un signo tangible de mi cercanía y de mi afecto hacia todos los georgianos. Espero que sea expresión viva del amor que los creyentes en Cristo están llamados a mostrar a los que sufren. Los cristianos saben que el Señor les pide un servicio diligente, caracterizado por el estilo evangélico que se expresa en el rostro, en la mano y en el corazón de quien, como el buen samaritano, se inclina hacia los que sufren. De ese modo, cada gesto de caridad concreta se convierte en expresión viva y consoladora de la misericordia divina, que sana las heridas del hombre y transforma el llanto en alegría y paz espiritual.

Por tanto, confío en que cuantos se dirijan a ese hospital puedan encontrar acogida y profesionalidad y, especialmente, respeto a la dignidad de la persona, cualquiera que sea, puesto que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. En esta perspectiva evangélica, los enfermos pobres, los huérfanos y los ancianos de la zona tendrán asistencia gratuita en el poliambulatorio.

4. Quisiera dirigir ahora un saludo cordial a los jóvenes que, el sábado 4 de abril, se reunirán con usted para celebrar la Jornada mundial de la juventud. Queridos jóvenes, recordad siempre que crecer en la fe y en la coherencia evangélica quiere decir madurar también en las virtudes civiles de honradez, rectitud, sentido de la justicia, uso correcto de los bienes, transparencia y competencia, que el país necesita hoy especialmente. Tened la valentía de seguir a Jesús en cada una de vuestras opciones. Que sólo él sea el Señor de vuestra vida y la auténtica esperanza de vuestro futuro. No tengáis miedo a las dificultades: las grandes metas se alcanzan a costa de muchos sacrificios y de constante perseverancia.

Dirijo, por último, mi saludo a la población de Akalsheni, que el mismo día, sábado 4 de abril, vivir á el alegre momento de la bendición de la nueva iglesia. Deseo de corazón que el edificio, hermoso y acogedor, fruto de concertación concorde, largo trabajo y dedicación generosa, constituya para todos los cristianos un estímulo incesante a ser, a su vez, «piedras vivas», según las palabras del apóstol Pedro, del edificio espiritual cuya «piedra angular» es Cristo (cf. 1 P 2, 4-6).

5. Con estos sentimientos, invoco sobre usted, venerado hermano, y sobre cada una de las personas mencionadas, la bendición del Señor: que Dios, nuestro Padre celestial, por intercesión de la santísima Virgen, de san Andrés apóstol, de santa Nina, de santa Ketevane y de los santos mártires, monjes y doctores de Georgia, conceda serenidad y prosperidad a esa tierra bendecida por el cielo con la belleza de sus paisajes, la fertilidad de su suelo y la fe de sus habitantes.

Que el Señor conserve y alimente en todos la esperanza de un futuro mejor y la voluntad de hacerlo posible con el generoso esfuerzo diario.

Vaticano, 25 de marzo de 1998

IOANNES PAULUS PP. II

 

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