Al Consejo General de la Pontificia Comisión para la América Latina (CAL)

Autor: Juan Pablo II

 

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DEL CONSEJO GENERAL DE LA
PONTIFICIA COMISIÓN PARA LA AMÉRICA LATINA (CAL)

Martes 28 de abril de 1987

 

Señores Cardenales,
arzobispos, obispos,
sacerdotes, religiosos y laicos:

1. Me es grato tener este encuentro con los miembros del Consejo General de la Pontificia Comisión para la América Latina (CAL) que celebráis en Roma vuestra XI Sesión para estudiar dos temas de gran alcance e importancia para las Iglesias que peregrinan en el continente latinoamericano: La coordinación de proyectos internacionales en orden a las celebraciones de los 500 años del comienzo de la evangelización en el Nuevo Mundo, y el problema de la información, como fuente de comunicación v comunión.

Os agradezco a todos el haber querido venir a reuniros con el Papa y agradezco particularmente las amables palabras de saludo que me ha dirigido vuestro Presidente, el Señor Cardenal Bernardin Gantin.

2. Como ha hecho notar su Eminencia, son ya ocho los viajes apostólicos que he realizado al Continente de la Esperanza, visitando casi todas las Iglesias que se encuentran en aquellas latitudes.

He podido observar así, personal y directamente, la vitalidad de aquellas Iglesias, proyectadas con gran generosidad pastoral hacia el próximo futuro, que para ellas tiene dos fechas clave, y que constituyen como dos hitos radiantes de luz en su afanoso camino como portadoras del mensaje del Evangelio a todos los hombres: el año 1992, quinto centenario de la llegada de los primeros misioneros procedentes de España; y el año 2000, comienzo del tercer milenio del cristianismo.

Toda la Iglesia universal está en actitud de espera, en situación de adviento, para prepararse a pasar el umbral del nuevo milenio, celebrando a Cristo Redentor. Pero la Iglesia en América Latina vive una tensión espiritual v apostólica propia y ha entrado en un adviento especial, para disponerse a celebrar a Cristo Salvador, cuyo mensaje llegó a las tierras americanas va a hacer pronto 500 años.

Con motivo de esta efemérides, he convocado a las Iglesias que están en ese continente a una “nueva evangelización”: “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”.

A esta nueva evangelización he tenido ocasión de referirme durante mi reciente viaje apostólico a Uruguay, Argentina y Chile, en particular en las alocuciones en Puerto Montt, Viedma y Salta, y deseo repetiros ahora a vosotros, a propósito del tema sometido al estudio de vuestra Sesión de trabajo, que todas las iniciativas o proyectos, que se organicen con motivo de los 500 años de la implantación de la Iglesia en los varios países latinoamericanos, han de ir orientados a hacer profunda, eficaz, fructífera esa nueva evangelización: tarea que se ha de realizar según los designios de Dios, las enseñanzas que nos dejó el Señor y las orientaciones que la Iglesia da para cumplir el mandato divino de predicar la Buena Nueva a todos los hombres y a todos los pueblos.

3. Vosotros sois bien conscientes de la importancia decisiva que tiene la información en la tarea evangelizadora.

Al examinar este problema, tened muy presente que la información, como habéis propuesto en la enunciación del tema, es fuente de comunicación y que la Iglesia lo que tiene que comunicar, clara e íntegramente, es la verdad de Cristo y de su Evangelio: ésta es la única verdad liberadora y salvadora, no la que proviene de ideologías ambiguas, extrañas al talante cristiano de América Latina o claramente rechazadas por la Iglesia.

Toda información eclesial –a este tipo de información me refiero ahora–, para que sea verdaderamente eclesial, ha de encerrar un mensaje evangelizador. Esto lo han de tener muy en cuenta, sobre todos, los sacerdotes y otros agentes de pastoral que se dedican al ministerio de la palabra escrita, así como los laicos católicos dedicados al apostolado de la pluma.

Además, unos y otros han de tener conciencia de que la tarea evangelizadora, realizada a través de la información, más que en el poder de las técnicas modernas se apoya en la fuerza divina que Cristo ha dado a su mensaje.

4. Por otra parte, la obra de la evangelización, para que sea eficaz y produzca el fruto deseado, necesita contar con una información que sea fuente de comunión.

Toda noticia inexacta; tendenciosa, injusta, contraria a la verdad c sometida a la manipulación de las ideologías, crea malestar en la comunidad, pone en peligro la paz, mina la comunión y a’esorienta; es, por decirlo así, antievangelizadora.

De ahí, la necesidad de que los Pastores vigilen los mecanismos de la información,: particularmente de la información religiosa, y cuando sea necesario denuncien proféticamente los casos de injusticia, de falta de objetividad o de carencia de honradez profesional en la transmisión de las noticias.

La información ha de contribuir siempre a crear lazos de unión, concordia y entendimiento en la Iglesia y en el mundo.

5. Deseo que estas breves reflexiones os ayuden en vuestro trabajo de estos días. Ellas quieren ser expresión de mi solicitud pastoral por la Iglesia en América Latina, cuyas intenciones encomiendo al Señor por mediación de María, Estrella de la Evangelización.

A todos imparto de corazón mi Bendición Apostólica.

 

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