Regina Caeli del domingo 25 de abril de 1982

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

REGINA CAELIDomingo 25 de abril de 1982

1. "Paz a vosotros", dijo Cristo, entrando en el Cenáculo, aquella tarde el primer día después del sábado, es decir, el día de la resurrección.

"Paz a vosotros", dijo de nuevo y añadió: "Como el Padre me ha enviado así también os envió yo". Después de haber hecho esto, "exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20, 21-22).

Hemos meditado sobre estas palabras del Señor resucitado hace una semana, al rezar el "Regina caeli" en Bolonia, durante la gran reunión de la juventud.

Volvemos sobre ellas también hoy, para recordar y renovar la meditación del día de Pentecostés del año pasado. Estas son las palabras pronunciadas entonces:

2. "¡Oh, qué bueno es el Señor! Él les dio el Espíritu Santo, que es Señor y da la vida..., y con el Padre y el Hijo recibe la misma adoración y gloria... Él, igual en la Divinidad. Jesús les dio el Espíritu Santo, diciendo: 'recibid'. Pero, más aún, ¿no ha dado quizás, no ha confiado a ellos mismos al Espíritu Santo? ¿Puede el hombre 'recibir' al Dios vivo y poseerlo como 'propio'?"

"Entonces Cristo entregó los Apóstoles, aquellos que eran el comienzo del nuevo Pueblo de Dios y el fundamento de su Iglesia, al Espíritu Santo, al Espíritu que el Padre debía mandar en su nombre (cf. Jn 14, 26), al Espíritu de verdad (Jn 14, 17; 15, 26; 16, 13), al Espíritu, por medio del cual el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rom 5, 5); los entregó al Espíritu para que a su vez lo recibieran como el Don; Don obtenido del Padre por obra del Mesías, del Siervo doliente de Yavé, del cual habla la profecía de Isaías" (L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 14 de junio de 1981, pág. 2).

3. Estas palabras fueron pronunciadas hace un año, con ocasión del 1600 aniversario del Concilio I de Constantinopla.

Las repito este domingo del tiempo pascual. Estas palabras unen con vínculo profundo la Pascua de Resurrección con la solemnidad de Pentecostés.

Nos dicen que el Don del Consolador ha sido dado a la Iglesia para el hombre, que lleva en sí el peso de la heredad del pecado: para cada uno de los hombres y para todos los hombres.

Nos dicen que Cristo en su resurrección confió la Iglesia al Espíritu Santo para todos los tiempos; la Iglesia que es enviada a todo el mundo.

Durante el año jubilar el misterio del Espíritu Santo ha sido el tema del simposio que ha reunido a los teólogos de la Iglesia Oriental y Occidental y a los de las Iglesias de la "Reforma" en torno a la verdad profesada por todos los cristianos.

Es necesario que en el tiempo de Pascua, en el período en que se pasa de la Pascua a Pentecostés, nos demos cuenta una vez más del significado que tienen las palabras del Resucitado: "Recibid el Espíritu Santo". Es preciso que vivamos de la plenitud del misterio pascual.

4. Estos días reiteradamente, y una vez más, al recibir las Delegaciones de Chile y Argentina dentro del marco de la mediación de la Santa Sede en la cuestión de Beagle, he manifestado mi preocupación y expresado mis deseos por una solución pacífica del conflicto que opone a uno de estos dos países, Argentina, a Gran Bretaña por la posesión de las Islas Falkland o Malvinas.

Hoy el mundo mira alarmado la posibilidad de que este conflicto pueda precipitar, de un momento a otro, en un encuentro armado, deplorable en sí y de amenazadoras consecuencias, no fácilmente previsibles en toda su amplitud.

Os invito a vosotros y a todos los católicos del mundo, especialmente a los que viven en los dos países implicados en la cuestión, a unirse a mi plegaria para que el Señor inspire a los gobernantes responsables decisión y valentía a fin de buscar, en esta hora, quizá decisiva, los caminos del entendimiento, con sabiduría y magnanimidad, en servicio del bien insustituible de la paz de sus pueblos y para la tranquilidad del continente americano.

Que la Virgen María sostenga sus esfuerzos y los de todos los que se afanan por favorecer soluciones de Paz.

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