Ángelus del

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS
Domingo 9 de septiembre de 1979

1. Hoy, al rezar juntos el "Angelus" de mediodía, deseo referirme a una tradición muy antigua, la de la visita a las sedes de los Apóstoles (Limina Apostolorum). Entre todos los peregrinos que viniendo a Roma manifiestan la fidelidad a esta tradición, merecen atención particular los obispos de todo el mundo. Porque ellos, con la visita a las sedes de los Apóstoles, expresan ese vínculo con Pedro, que une a la Iglesia en todo el orbe terrestre. Al venir a Roma cada cinco años, traen consigo, en cierto modo, a todas aquellas Iglesias (es decir, las diócesis) que mediante su ministerio episcopal y, al mismo tiempo, mediante la unión con la Sede de Pedro, permanecen en la comunidad católica de la Iglesia universal. Al venir a visitar las sedes Apostólicas, los obispos traen también a Roma noticias ¡y cuán valiosas!, sobre la vida de las Iglesias de las que son Pastores; sobre los progresos de la obra de la evangelización; sobre los gozos y dificultades de los hombres y de los pueblos entre los que cumplen su misión.

2. En el presente año se espera a los obispos de América Latina, de los que ya han venido los de algunas naciones. Esta semana, por ejemplo, he recibido a algunos obispos de Argentina. Ya han venido a Roma también todos los obispos de Sri Lanka y muchos obispos de la India. Este país vasto y variado (en realidad, un subcontinente del continente asiático) es al mismo tiempo una de las mayores aglomeraciones humanas de la tierra. De los seiscientos treinta millones aproximadamente de habitantes de la India, los cristianos no constituyen un gran porcentaje; los católicos son cerca de once millones. En Sri Lanka de una población de unos catorce millones y medio, los católicos son más de un millón. Sin embargo, este grupo confesional minoritario tanto en India como en Sri Lanka, tiene una parte notable en la vida de toda la sociedad de dichos países, una parte mayor de lo que pudiera deducirse de las cifras y los porcentajes. Esta participación se manifiesta ante todo en el sector educativo y a través de los hospitales y de las multiformes obras caritativas. Es bien conocida en este campo la obra meritoria de la madre Teresa de Calcula. A causa de la gran extensión de la India, el Episcopado cuenta con 107 obispos residenciales, 7 auxiliares y 16 obispos dimisionarios; 130 obispos en total; entre ellos, dos cardenales: Joseph Parecattil y Lawrence Trevor Picachy. Hay 10.642 sacerdotes, de los que 6.493 son seculares y 4.189 religiosos.

En Sri Lanka los obispos son 12: el cardenal Cooray, arzobispo dimisionario de Colombo, 7 residenciales, 2 auxiliares y 2 dimisionarios. Desempeñan el ministerio un total de 540 sacerdotes, de los que 327 son diocesanos y 213 religiosos.

La cristiandad de la península india es antigua; se precia de tener sus orígenes en el Apóstol Tomás. La mayoría de los creyentes católicos pertenecen a la Iglesia latina, pero hay también un número bastante grande de católicos de rito siro-malabar y malankar. Las órdenes y congregaciones religiosas cumplen una gran misión. Pero al mismo tiempo se hace notar el papel del clero diocesano, cuyo crecimiento constante es fruto de la abundancia de vocaciones. Lo mismo se puede decir también de las congregaciones religiosas masculinas y femeninas.

Quiero añadir que los numerosos encuentros de este año con los obispos de la Iglesia que está en India y en Sri Lanka, me han dado posibilidad de adquirir un conocimiento profundo de los varios problemas del Pueblo de Dios que vive dentro de mayorías que profesan el induismo, budismo e islamismo. En este momento es difícil hablar de todo ello porque el tema es muy vasto y diferenciado a un tiempo. Pero recordando estos varios encuentros con mis hermanos en el Episcopado rebosantes de ferviente espíritu misionero, que en la obra de evangelización saben unir la fidelidad a la tradición con la capacidad de diálogo, deseo abrazarles de nuevo con el corazón y la oración para unirme así a ellos en un mismo ministerio y una misma esperanza. A todos los presentes y a cuantos me escuchan a través de la radio y la televisión, pido que tomen parte en esta oración que será como un eco eterno de la visita a las sedes de los Apóstoles durante este año.

3. Todavía una palabra. A poca distancia de tiempo, considero un deber llamar nuevamente la atención sobre las graves condiciones en que se halla la querida población de Nicaragua que, tras haber sido probada tan duramente por el largo y duro conflicto interno, padece ahora las graves privaciones que son su consecuencia.

A la súplica renovada de paz y concordia para toda la nación, que dirigimos juntos al Señor, deseo añadir un llamamiento apremiante a los Gobiernos de los distintos países, a las Organizaciones internacionales de socorro y a las Instituciones voluntarias de ayuda, para que manifiesten su solidaridad en formas cada vez más consistentes, a fin de que dicha nación pueda hacer frente a las exigencias inmediatas y urgentes de carácter humanitario, y obtener una ayuda financiera capaz de afrontar la obra gigantesca de reconstrucción.

Y en fin, siguiendo con el pensamiento fijo en las poblaciones de Centroamérica, os invito a orar también en especial por las víctimas numerosas que continúan provocando las tensiones y luchas internas del vecino Salvador, y a fin de obtener para este país el don de la paz, premisa indispensable del auténtico progreso humano y civil.

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