Ángelus del domingo 17 de julio de 1988
VISITA PASTORAL A PIETRALBA
JUAN PABLO II
ÁNGELUSDomingo 17 de julio de 1988
Al terminar esta peregrinación al santuario mariano de Pietralba, recitemos la oración del Angelus Domini, oración a la vez tradicional y familiar, a la cual cada día os invita el sonido de las campanas de vuestras parroquias, cuyo eco suena de valle en valle. El Angelus Domini es una de las plegarias más bellas y completas de la devoción a María: en ella contemplamos el plan de salvación de Dios y de su amor misericordioso hacia toda la creación, plan que se ha cumplido cuando Dios eligió a María para que fuera Madre del Redentor.
El Angelus Domini nos presenta a la Madre de Jesús como verdadera y ejemplar creyente, con cuyo "sí" se convierte en modelo para todos los creyentes. Este ''sí", dicho por María una primera vez con absoluta disponibilidad, Ella lo repitió también en las situaciones más difíciles de la vida, recorriendo hasta el final el camino de la fe.
En el Angelus Domini recordamos llenos de gratitud el acontecimiento fundamental de la venida de Dios en medio de los hombres: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Él es verdaderamente el Emmanuel, el Dios con nosotros.
Muchos peregrinos se acercan a estos santuarios a invocar la misericordia de Dios y honrar a su Madre. Generalmente, cuando se regresa de una peregrinación, se lleva consigo un recuerdo o un signo que nos hace recordar: la oración del Ángelus podría ser este recuerdo que cada día nos traiga a la memoria la fuente de la gracia, Jesucristo, el Hijo de la Virgen María.
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