Ángelus del domingo 17 de junio de 1990
VISITA PASTORAL A ORVIETO
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 17 de junio de 1990
Queridos hermanos y hermanas:
1. Nuestro pensamiento se dirige ahora devotamente, con la oración del Ángelus, a María Santísima. La célebre basílica catedral está dedicada a la Virgen María bajo la advocación de la Asunción y a Ella, bajo la advocación de la Anunciación, está consagrada la concatedral de Todi, rica de sugestivos recuerdos históricos.
En efecto, estas tierras de antiquísima fe cristiana conservan una tradición ejemplar de confianza y devoción hacia la Virgen. El tiempo del trabajo y del descanso está marcado por el ritmo de la invocación a María, cuya materna protección reconforta los ánimos e infunde en ellos un renovado vigor entre las dificultades de la existencia.
2. Este intenso afecto por la Madre del Redentor se expresa en las iglesias, capillas y santuarios diseminados por el territorio de la diócesis. Surgidos durante los siglos pasados, como centros de vitalidad religiosa y puntos de referencia espiritual para los fieles, estos lugares de culto constituyen elocuentes testimonios de arte, historia y civilización.
Junto a la catedral y la concatedral, que deben considerarse como los principales santuarios marianos diocesanos, deseo recordar los de la "Madonna del Campione" de Todi, de la "Madonna della Luce" en Collelungo de San Vicenzo y de la "Madonna della Maestà" en Ficulle.
3. En vuestra diócesis, sin embargo, no hay sólo santuarios marianos. ¿Cómo no pensar, por ejemplo, en el famoso santuario eucarístico de Bolsena y en el del Amor Misericordioso de Collevalenza? He tenido la alegría de visitar este último en 1981 y allí, en el momento del Ángelus, agradecí a la divina Providencia e invoqué la misericordia del Padre celestial con respecto al conocido acontecimiento relacionado con mi persona.
El amor misericordioso de Dios no nos abandona nunca: obra también mediante la vigilante intercesión de María, sobre todo en los momentos de necesidad y de prueba. ¡No nos olvidemos nunca de esto, queridos hermanos y hermanas!
Y recordemos también que la divina misericordia obra en particular ―como lo subraya la solemnidad que hoy celebramos del "Cuerpo y la Sangre del Señor"― mediante la sacrosanta humanidad de Cristo, que nos ha sido donada a través de quien fue su Madre.
© Copyright 1990 - Libreria Editrice Vaticana