Ángelus del domingo 17 de octubre de 1982
JUAN PABLO II
ÁNGELUSDomingo 17 de octubre de 1982
1. También hoy queremos venerar el misterio de la Encarnación del Verbo con las palabras de San Maximiliano Kolbe: "Dios ve a la criatura más perfecta, a la Inmaculada (llena de gracia), la ama y así nace Jesús, Hombre-Dios, Hijo de Dios e Hijo del hombre. En Ella, pues, comienzan los grados de semejanza de los hijos de Dios y de los hombres, de los miembros de Jesús" (Scritti III, pág. 678 s.).
2. He querido expresarme con las palabras del Padre Kolbe porque este domingo es el 17 de octubre, y nos lleva de nuevo con el pensamiento al 17 de octubre de 1971, día en que tuvo lugar el solemne rito de su beatificación. En ese período se celebraba la II Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que tenía como tema: "El sacerdocio ministerial y la justicia en el mundo". Pablo VI, hablando en una audiencia de aquellos días del Sínodo, recordaba la grandeza del sacerdocio católico y, como trazando el retrato del padre Kolbe, a quien se disponía a declarar "beato", observaba: "Si el sacerdote es el hombre de Dios, es 'otro Cristo', significa que una corriente de gracia ha entrado en la historia de su vida: él ha sido un llamado, un elegido, un preferido de la misericordia del Señor. Él lo ha amado de manera particular; Él lo ha señalado con un carácter especial, y así lo ha habilitado para el ejercicio de poderes divinos; Él lo ha enamorado de Sí mismo, hasta el punto de hacer madurar en él aquel acto de amor más pleno y más grande de que es capaz el corazón humano: la oblación total, perpetua y feliz de sí mismo... El ha tenido el valor de convertir su vida en un sacrificio, lo mismo que Jesús, para los otros, para todos, para nosotros" (13 de octubre de 1971). Palabras insignes, verdaderas y sublimes, que son la síntesis doctrinal y pastoral de las actas del Sínodo, tan importante y siempre válido.
3. Recuerdo que el cardenal Duval, Presidente del Sínodo, en su saludo al Papa, mencionando la beatificación del padre Maximiliano Kolbe, decía: "Su testimonio fue una afirmación vivísima y resplandeciente de la consagración y misión presbiterales: -Soy sacerdote católico-, dijo en aquel campo de concentración. Ningún sacerdote duda de su identidad cuando se entrega en sacrificio por los hermanos. El ejemplo del padre Kolbe nos ha enseñado más que todos nuestros trabajos". También el llorado cardenal Wyszynski, primado de Polonia, ponía de relieve entonces que la Providencia había indicado en el padre Kolbe el modelo del sacerdote moderno: "El sacerdote que ofrece su vida en el 'bunker' del hambre por su hermano prisionero, es el sacerdote-ejemplo que elige la muerte para salvar la vida de otro hombre. Es discípulo fiel de Cristo, porque el sacerdocio de Cristo, al continuarse eternamente, se actualiza también hoy" (Discurso durante el encuentro de los peregrinos polacos con el Papa, 18 de octubre de 1971).
4. Quiero manifestar hoy mi vivo deseo de que este vínculo entre San Maximiliano y la vocación, la vida y el servicio de los sacerdotes, puesto de relieve por Pablo VI y por el Sínodo de los Obispos, se renueve y se consolide aún más después de su canonización.
Oremos con esta intención rezando el "Ángelus".
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