Ángelus del domingo 2 de agosto de 1981
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 2 de agosto de 1981
1. "Cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente" (Sal 144 [145], 18).
Traemos a la memoria estas palabras del Salmo de la liturgia de hoy en el momento en que nos reunimos, como cada domingo, para la oración común del "Ángelus Domini": el "Ángelus" recitado por el Papa en la plaza de San Pedro, en el que participáis vosotros todos, queridos hermanos y hermanas, congregados en este lugar, así como todos aquellos que se unen a nosotros a través de la radio y la televisión.
Y aunque también hoy me toca presidir esta oración desde el hospital, ella es, como siempre, la expresión misma de nuestra comunión ante el Señor. ¡Es la expresión de nuestra cercanía al Señor! En efecto: "Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente".
2. Estamos aquí para acercarnos a Dios; para sentir una vez más su cercanía. La oración realiza precisamente esto: nos acerca a Dios, y acerca Dios a nosotros.
Y esto es lo que nos enseña a todos, de modo sencillo y al mismo tiempo perfecto, María de Nazaret. Cuando nos reunimos para el "Ángelus Domini!", no sólo pronunciamos las palabras de esta oración, sino que hacemos revivir en la memoria y en el corazón esas mismas palabras, con las que Ella, la Virgen, habló con Dios en ese momento inefable, cuando, de la boca de Gabriel, conoció su vocación a ser Madre del Verbo Eterno.
Dios no estuvo nunca tan cerca del hombre ―y el hombre jamás estuvo tan cercano a Dios― como precisamente en ese momento: ¡en el instante del misterio de la Encarnación!
3. Al recitar el "Ángelus" aprendemos pues de María la cercanía de Dios. Aprendemos que Él "está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente".
Y suplicamos que esta cercanía de Dios no nos abandone jamás y en ningún lugar: tanto en los días festivos, como en la vida cotidiana; en el trabajo y durante el descanso: así en la alegría como en el sufrimiento o en la enfermedad.
¡Queridos hermanos y hermanas, los que estáis aquí reunidos y los demás, dondequiera que os halléis! Os deseo que encontréis la cercanía de Dios "invocándolo sinceramente". ¡Os deseo que la oración sea siempre una constante en vuestra vida! Que no se seque nunca la fuente de la cercanía de Dios v la relación con Él.
4. Esto pedimos a María en el "Ángelus" de hoy, para nosotros y para todos los hombres. Y dado que se acerca el tercer aniversario de la muerte del Papa Pablo VI, encomendamos a Dios ya desde hoy su alma, que el Señor llamó a Sí el 6 de agosto de 1978 en la fiesta de su Transfiguración.
5. Al recordar el trágico atentado terrorista de Bolonia ―hace un año exactamente― os invito a rezar juntamente conmigo por las víctimas de ese gesto execrando, por las familias que todavía las lloran, por cuantos están marcados en el cuerpo y en el espíritu por aquella tremenda experiencia, y pido al Señor que conceda a todos los hijos de la amada Italia serenidad de espíritu, fuerte voluntad de progreso y concordia de afanes y de obras.
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