Ángelus del domingo 20 de marzo de 1983
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 20 de marzo de 1983
1. ¡Gloria a Ti, Verbo de Dios!
Casi cada día pronunciamos esta invocación en la liturgia de la Cuaresma. Hoy queremos pronunciarla con un significado particular. Efectivamente, se acerca el 25 de marzo, y con él, la apertura litúrgica del Año de la Redención, del Jubileo extraordinario.
Ruego a todos mis hermanos en el Episcopado que abran este Jubileo juntamente conmigo en cada una de las diócesis. En efecto, deseamos vivirlo simultáneamente en Roma y en toda la Iglesia.
Y por esto, en la solemnidad de la Anunciación, queremos pronunciar juntos: "Gloria a Ti, Verbo de Dios". Deseamos hacerlo, evocando con estas palabras toda la profundidad y sencillez de nuestra fe, de la esperanza y del amor.
Gloria a Ti, Verbo Eterno, que te haces carne en el seno de la Virgen Inmaculada por obra del Espíritu Santo.
Gloria a Ti, Verbo -Unigénito Hijo del Padre Eterno que, con tu Encarnación, das comienzo a la Redención del mundo. He aquí que en tu Encarnación se abre ya la perspectiva de la cruz y de la resurrección. Ave crux! O crux, ave, spes unica!
¡Gloria a Ti, Hijo del Hombre! He aquí que tu alegría es habitar "entre los hijos de los hombres" (Prov 8, 31) y "anunciarles" el tiempo de la salvación. ¡Gloria a Ti, en el umbral de este nuevo tiempo! ¡Gloria a Ti, en el umbral del Año Santo de 1a Redención!
Queridos hermanos y hermanas: Reunidos para el Ángelus Domini, roguemos ardientemente a fin de que el Año de la Redención comience entre nosotros y realice su misión salvífica en toda la Iglesia.
2. Quiero dirigir un recuerdo afectuoso a los obispos de la República de Malta, a quienes tuve la alegría de recibir en el pasado mes de diciembre con ocasión de su visita "ad Limina Apostolorum", y juntamente con ellos saludo también a todos los queridos hermanos y hermanas católicos, que en ese noble país representan la enorme mayoría de la población.
La Iglesia de Dios que está en Malta, santamente orgullosa de los propios orígenes apostólicos, ha dado siempre, y continúa dando en el presente, un fuerte y sincero testimonio de ferviente vida cristiana: en una población católica de 330.000 miembros, desarrollan su intenso apostolado 653 sacerdotes diocesanos, 443 sacerdotes religiosos, 108 religiosos no sacerdotes y 1.552 religiosas profesas; sin contar los millares de laicos ―muchachos, jóvenes, hombres y mujeres― cristianamente comprometidos en sus ambientes específicos de estudio, trabajo, profesión.
Hay, además, 2 seminarios mayores y 2 seminarios menores: durante el año escolar 1980-1981 había 132 seminaristas de filosofía y teología y 613 seminaristas de escuelas medias.
Particularmente fecunda, eficaz y varia es la actividad de la Iglesia en el sector educativo y asistencial: durante el año 1981 cerca de 25.000 alumnos frecuentaban las numerosas escuelas católicas; y en los diversos centros de asistencia y beneficencia numerosos agentes de pastoral prestaban su obra cuidando a los ancianos, a los niños y a los desadaptados.
Al expresar a todos los fieles católicos de la República de Malta mi complacencia y admiración por su vitalidad espiritual, deseo que, con plena fidelidad a sus Pastores, continúen dando un incisivo ejemplo de la eficacia perenne del mensaje evangélico para la auténtica promoción del hombre y de la sociedad.
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