Ángelus del domingo 30 de diciembre de 1990
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 30 de diciembre de 1990
Fiesta de la Sagrada Familia
1. La fiesta de la Sagrada Familia, que celebramos hoy, nos lleva con el pensamiento a la casa de Jesús, de su madre y de su padre putativo. La liturgia nos hace recorrer una línea no sólo geográfica, sino también espiritual, que va desde Belén, lugar del nacimiento del Niño, hasta Jerusalén, lugar de su oblación a Dios, y desde Egipto, lugar del refugio de la primera persecución, hasta Nazaret en Galilea, patria de María. Allí se establece esa familia de artesanos, compuesta por José, carpintero, María, ama de casa; y Jesús, al que le quedará el sobrenombre de "hijo del carpintero" (cf. Mt 13, 55; Mc 6, 3).
Esa familia de pobres se encuentra en el centro de la economía de la salvación como custodio del misterio de la Encarnación, pero también como espejo de los pobres, de los necesitados, cuya exaltación cantó María (cf. Lc 1, 52-53) y cuya bienaventuranza proclamaría Jesús (cf. Mt 5, 3)
2. La familia de Nazaret, sin embargo, no se encuentra en la condición de los miserables, de los que nada poseen, o de los llamados "proletarios" que con la revolución industrial irán multiplicándose y terminarán constituyendo una enorme masa de hombres obligados a trabajar y a vivir en un estado de inseguridad y de envilecimiento.
Sensible a la situación de estas personas, León XIII intervino con la encíclica "Rerum novarum" no sólo para proponer a la atención de todos el ejemplo de la Sagrada Familia, sino también para defender los derechos humanos y civiles de los esposos y de sus hijos. El gran Pontífice presenta a la familia como "sociedad doméstica, sociedad pequeña, pero verdadera y anterior a todo tipo de sociedad civil y, por tanto, con derechos y obligaciones independientes del Estado".
3. La familia es una institución que tiene su fundamento en la ley natural: de allí -insiste León XIII- el derecho de la familia a adquirir los bienes económicos necesarios para su mantenimiento, de allí la prioridad de los derechos de la familia sobre la sociedad civil y el Estado en lo que atañe al matrimonio y la educación de los hijos; y de allí la función de apoyo, que el Estado debe desempeñar con respecto a la familia. La enseñanza de la Rerum novarum es clara: "Si el hombre, si la familia, al entrar a formar parte de la sociedad civil, no encontraran en el Estado ayuda, sino ofensa y no encontraran tutela, sino disminución de sus propios derechos, sería mejor rechazar que desear la convivencia civil...".
Por la misma razón, León XIII, que tenía presente de forma especial a la masa obrera, cuyas familias son las más necesitadas de tutela y de apoyo, reivindicaba para los trabajadores un salario justo que les permitiera vivir decorosamente y proveer también a un ahorro razonable.
Es una enseñanza de cosas sanas y buenas, que la Iglesia no puede menos de repetir también hoy, exhortando a todos a esforzarse especialmente por solucionar el problema de la seguridad del trabajo y de la casa, y por practicar esa parsimonia que es fruto de virtud y manantial de verdadero bienestar.
Esta línea de sabiduría, en el trabajo y en la vida, nos viene de la familia artesana de Nazaret, cuya luz y bendición recibimos principalmente en este día.
Después del Ángelus
Dirijo un saludo particular a las numerosas religiosas de las escuelas maternas de la congregación de las Hijas de Santa María de la Divina Providencia (obra de don Guanella), que participan en esta oración Mariana.
Os doy las gracias, queridas religiosas, por vuestra presencia, y espero que veáis en los niños a los que educáis la imagen del Niño Jesús, que veneramos durante estos días en el misterio de su Natividad.
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Queridos hermanos y hermanas:
Al ver que habéis venido en tan gran número en este último domingo del año; al veros reunidos alrededor de este belén en la plaza de San Pedro, en torno a esta primera casa de la Familia la Sagrada Familia, os deseo a todos vosotros, a todas las familias de Roma, a todas las familias italianas y de los peregrinos, una bendición en el Señor, una bendición para las familias, para estas iglesias domésticas en las que se han de reproducir, de manera siempre original y nueva, las realidades divinas y humanas que la Sagrada Familia de Nazaret pone delante de nuestros ojos.
Muchísimas felicidades y bendiciones para los últimos días de 1990.
Sea alabado Jesucristo.
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