Ángelus del jueves 29 de junio de 1989
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 29 de junio de 1989
Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo
Muy queridos hermanos y hermanas:
1. Hoy toda la Iglesia festeja a los Santos Pedro y Pablo. "Estos son los Santos Apóstoles ―dice la Misa de hoy―, que en la tierra, con su sangre plantaron la Iglesia: bebieron el cáliz del Señor y lograron, ser amigos de Dios".
Roma de manera especial nutre afecto y gratitud hacia estos hombres de Dios, venidos ambos de una patria lejana a anunciar al precio de la vida aquel Evangelio de Cristo al cual se habían entregado totalmente. El pueblo romano comprendió su nobilísimo sacrificio hasta el punto de que el culto de estos grandes Santos, de estas "columnas" de la Iglesia, es uno de los más antiguos.
¡Pedro y Pablo! Tan diversos por carácter, por cultura, por ministerio, y sin embargo tan profundamente unidos en el anuncio de la única verdad de la fe y en el heroico testimonio del sacrificio supremo. Ellos se cuentan entre los más autorizados intérpretes del mensaje del divino Maestro y han sido, entre sus discípulos, quienes con mayor autoridad y capacidad organizativa pusieron las bases de la Iglesia naciente según la mente del divino Pastor. Y así se mostraron los custodios fieles del depósito revelado, y los valientes ejecutores de las directrices del Señor en la formación y en la guía de la comunidad eclesial.
2. Pero, a la hora del "Ángelus", no podemos menos de recordar también a María, la Madre del Señor, la Reina de los Apóstoles, miembro excelentísimo e imagen viviente de aquella Iglesia, esposa de Cristo, que los Santos Apóstoles Pedro y Pablo "fecundaron con su sangre".
Pedro conoció personalmente a la Madre de Jesús y en coloquio con Ella, especialmente en los días de recogimiento en espera de Pentecostés (cf. Hch 1, 14), pudo profundizar el conocimiento del misterio de Cristo. Pablo, al anunciar la realización del plan salvífico "en la plenitud de los tiempos" no dejó de recordar a la "mujer" de quien el Hijo de Dios había nacido en el tiempo (cf. Ga 4, 4). Sabiendo lo antigua que es en Roma la devoción mariana, ¿cómo no ver en la evangelización, realizada por los dos Apóstoles en la Urbe, las primeras raíces de aquella singular piedad a la Virgen, "Salus Populi Romani", que es aquí secular?
3. ¡María, Pedro y Pablo! Tres compañeros nuestros de viaje en la búsqueda de Dios; más aún, tres guías nuestros. Escuchémoslos, invoquémoslos. Cada uno tiene algo que decirnos del Señor. Que ellos nos iluminen acerca de las riquezas del mensaje cristiano, abriendo nuestro corazón a las sugerencias del Espíritu que nos orienta y sostiene en el camino hacia el Padre.
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