Ángelus del miércoles 15 de agosto de 1990
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Miércoles 15 de agosto de 1990
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
1. La liturgia de hoy nos invita a contemplar a María, la esclava humilde del Señor, en el misterio glorioso de su Asunción al cielo.
A ella se dirige nuestra oración común en este día solemne, que os deseo viváis con serenidad y alegría.
"¡Bendita eres entre las mujeres!".
Sí, María es bendita porque en ella se cumplió la promesa; porque en su seno virginal se hizo hombre el Hijo de Dios, Jesús.
Con su "sí" total a la voluntad del Padre abrió las puertas de la salvación a todo el género humano.
Y por eso hoy la Iglesia proclama su inmensa grandeza, canta su fidelidad perenne e invoca su intercesión poderosa.
2. En María, partícipe de la vida eterna de Cristo, la humanidad entrevé su futuro radiante de plenitud y de bienaventuranza, que se ofrece a todos al final de la peregrinación terrenal. En su Asunción se manifiesta claramente el destino definitivo del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, redimido por Cristo crucificado y llamado a la gloria.
María es la primera entre los redimidos, la primera entre los "llamados a la gloria". Así, pues, comprendemos mejor en ella la realidad de nuestra existencia. Con ella se hace más ágil el camino y menos ardua nuestra ascensión hacia la meta eterna.
3. Cuando nos sentimos agobiados por las preocupaciones y dificultades, cuando sentimos el peso de la fatiga cotidiana, cuando estamos tentados por mil distracciones de este mundo, ella nos invita a seguir su ejemplo y a encender en su luz nuestra esperanza, pues por predilección divina alcanzó ya la perfección y la bienaventuranza a la que nosotros aspiramos.
La luz del misterio de la inmaculada integridad de su alma y su cuerpo, y de la unión incomparable de su existencia con la del Salvador, se proyecta hoy, una vez más, sobre cada uno de nosotros, ilumina nuestra existencia diaria y nos ayuda a abrazar con valentía todas las exigencias de nuestro compromiso cristiano.
¡Recémosle para que nos muestre su rostro e interceda por nosotros!
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