San Pedro y San Pablo, 29 junio 2001

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO

ÁNGELUS

Viernes 29 de junio de 2001

        
Amadísimos hermanos y hermanas: 1. Hace menos de dos días volví de Ucrania, y este rezo del Ángelus me brinda la oportunidad de dar gracias a la Virgen María por el gran don de ese viaje apostólico.

Visitar Ucrania, puente histórico entre Oriente y Occidente, era para mí una meta esperada y preparada con la oración durante mucho tiempo. Ahora, el hecho de haberla alcanzado es una nueva confirmación de un designio providencial:  que la Iglesia en Europa vuelva a respirar con sus dos pulmones, para que en todo el continente se lleve a cabo una renovada evangelización.

La acogida de los fieles ucranianos fue de verdad amable y conmovedora. A todos doy las gracias cordialmente.

2. Con el espíritu ecuménico que caracterizó mi peregrinación a Grecia y la que acabo de concluir, me alegra acoger hoy en Roma a la delegación del patriarcado de Constantinopla, que asistirá a la solemne Eucaristía que tendrá lugar esta tarde, a las 18.30, en el atrio de la basílica de San Pedro. ¡Bienvenidos! La casa de Pedro os acoge con estima y afecto.

Con igual afecto saludo a los 36 arzobispos metropolitanos nombrados en el último año, que recibirán el palio durante la santa misa.

Mi saludo se extiende también a los numerosos obispos nombrados durante el año, que han venido a Roma para participar en las Jornadas de estudio organizadas por la Congregación para los obispos. Deseo de corazón que esta estancia junto a las memorias de los Apóstoles los ilumine y aliente con vistas a un mejor ejercicio de su servicio pastoral.

3. Nos dirigimos ahora a María santísima con la plegaria del Ángelus. Pido con particular afecto a la Virgen María por todos los romanos, en la fiesta de sus santos patronos:  que su fe sea firme como la de san Pedro, y llena de impulso apostólico como la de san Pablo. Sólo así, queridos cristianos de Roma, seréis sal y luz de esta ciudad, que podrá seguir estando a la altura de su misión espiritual en el mundo, también en esta significativa fase de su historia.

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