Angelus 18 de enero

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 18 de enero de 2004

1. "Mi paz os dejo". Estas palabras de Jesús, tomadas del evangelio de san Juan (cf. Jn 14, 27), constituyen el tema de la Semana anual de oración por la unidad de los cristianos, que inicia hoy. Es significativo que el tema haya sido propuesto por las Iglesias de Oriente Medio, donde la unidad y la paz son las prioridades más urgentes. 

Durante los próximos ocho días, en todas las partes del mundo, los cristianos de las diversas confesiones y tradiciones se reunirán para orar intensamente al Señor a fin de que refuerce el compromiso común en favor de su unidad plena. Lo harán precisamente a partir de la riqueza de significado contenida en la promesa de Cristo, meditando, día a día, sobre el don evangélico de la paz y sobre los compromisos que implica. 

2. Al prometer su paz, Cristo aseguró a los discípulos su apoyo en las pruebas. Y ¿no es una prueba dolorosa la división que perdura entre los cristianos? Por eso, sienten la apremiante necesidad de dirigirse a su único Señor, para que les ayude a vencer la tentación del desaliento a lo largo del difícil camino que conduce a la comunión plena. 

En efecto, en un mundo sediento de paz es urgente que las comunidades cristianas anuncien el Evangelio de modo concorde. Es indispensable que testimonien el amor divino que las une, y se hagan portadoras de alegría, de esperanza y de paz, convirtiéndose en levadura de la nueva humanidad. 

3. Deseo de corazón que esta Semana de oración dé abundantes frutos para la causa de la unidad de los cristianos. Que sea ocasión propicia para que los que creen en Cristo se den un abrazo fraterno, en la paz del Señor. Nos obtenga este don la intercesión materna de María Virgen, Madre de Cristo.

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Después del Ángelus  

A los grandes pueblos de Oriente, sobre todo a los chinos, vietnamitas y coreanos, que en los próximos días celebrarán con alegría el Año nuevo lunar, les aseguro mi cercanía y les deseo de corazón serenidad y prosperidad. 

Se celebra hoy en Roma la Jornada de la escuela católica, que se inserta bien en la línea pastoral diocesana de estos últimos años:  "Juntamente con la familia, construyamos una sociedad mejor". Saludo con afecto a los dirigentes, a los maestros y a los alumnos de las numerosas escuelas católicas de la diócesis, que se han dado cita aquí. A todos vosotros, religiosos y laicos, os expreso mi aprecio por la calidad de vuestro compromiso. Conozco bien las dificultades que afrontáis diariamente. Os doy las gracias y os exhorto a proseguir en vuestro servicio con confianza inquebrantable en el Señor.

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