Audiencia general del 23 de agosto de 1989
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 23 de agosto de 1989
1. "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6).
Estas palabras de Jesucristo han constituido la idea-guía de la peregrinación a Santiago de Compostela, vinculada con la "Jornada Mundial de la Juventud", que se ha desarrollado el sábado y el domingo pasados en presencia de centenares de miles de jóvenes de Europa y de todo el mundo.
Es preciso recordar que la tradición de esta Jornada tuvo inicio con ocasión del Jubileo de la Redención, celebrado en Roma y en toda la Iglesia del 25 de marzo de 1983 al 22 de abril de 1984.
Para el Domingo de Ramos de aquel año 1984 se reunió en Roma una muchedumbre de jóvenes de diversos países. Se elaboró entonces, con la colaboración del Pontificio Consejo para los Laicos, una estructura de fondo, de carácter temático y pastoral, para este encuentro que refleja la riqueza multiforme del apostolado de los jóvenes en la Iglesia.
2. Desde entonces, el Domingo de Ramos ha sido proclamado Jornada de los Jóvenes para toda la Iglesia. Efectivamente, ese día reviste una especial elocuencia desde el punto de vista litúrgico: Cristo entra en Jerusalén rodeado por los jóvenes, que ven en Él al Mesías.
Los días siguientes de la Semana Santa tienen la tarea de revelar hasta el fondo, mediante los acontecimientos de la Pascua de Jerusalén, la verdad acerca de la misión mesiánica del Redentor. La cruz sobre el Gólgota y luego la Resurrección constituyen para todos la llamada definitiva a seguir a Cristo. En especial, son la llamada de los jóvenes.
3. Se puede decir que la iniciativa de la Jornada de la Juventud partió de los mismos jóvenes, que ya desde hacía tiempo daban muestras de descubrir con sensibilidad especialmente espontánea y viva el reclamo de la liturgia pascual, particularmente en el Domingo de Ramos.
En muchas diócesis y parroquias precisamente ese Domingo constituye la Jornada de los Jóvenes. En otras se celebra en fechas diferentes según las circunstancias. Además de estos encuentros locales, a partir del Año de la Redención, se desarrolló la tradición de la Jornada de la Juventud con dimensión internacional. El año 1985 esa Jornada tuvo lugar en Roma (en conexión con la Jornada Mundial de la Juventud proclamada por la ONU). Dos años más tarde, el Domingo de Ramos de 1987, el centro del encuentro internacional de los jóvenes se trasladó a Buenos Aires, Argentina.
Este año llegó una insistente invitación de España, y por ello el lugar del encuentro ha sido el antiquísimo santuario de Santiago de Compostela.
4. La elección de esta ciudad para el IV Encuentro Mundial de la Juventud no fue casual. En efecto, debe considerarse en el contexto plurisecular de las peregrinaciones cristianas. A partir del siglo IV con un "crescendo" que alcanza cotas extraordinarias en el Medioevo, se afirma en las comunidades cristianas una devoción particular hacia los que sucesivamente se llamarán "santos lugares". Esta forma de piedad popular tiene como objetivo fundamental la renovación interior, la purificación de los pecados mediante la confesión individual y la penitencia.
De todos los lugares, de todas las naciones de la joven Europa que estaba surgiendo gracias también a su nueva identidad religiosa, el cristianismo, partían los peregrinos para dirigirse hacia los centros privilegiados de irradiación espiritual: Jerusalén, Roma, Loreto y otros lugares de devoción, entre los que iba adquiriendo cada vez más renombre la "memoria del Señor Santiago", el santuario dedicado al Apóstol protomártir, construido el año 813 en Galicia. El nombre de la ciudad, "Compostela", que deriva según algunos de la expresión latina "campus stellae" ―la estrella que habría guiado milagrosamente al descubrimiento del cuerpo de Santiago― tiene su valor simbólico: han pasado siglos y, hoy como ayer, este santuario sigue siendo faro privilegiado de irradiación cristiana para Europa, esta vieja Europa, que se encuentra ante la ya próxima etapa importante de su unificación y en la inminencia del tercer milenio cristiano: ¡una Europa que debe volver a hacer propio el Evangelio de Cristo!
5. La Jornada Mundial de la Juventud en Santiago de Compostela ha hecho referencia a estas tradiciones europeas. Y aunque entre la muchedumbre de los jóvenes reunidos allí prevalecieron los hijos e hijas de los países europeos, sin embargo estaban representados también los demás continentes, cuyos grupos, a pesar de ser menores, no eran menos conscientes de la importancia del encuentro en el que participaban.
Este encuentro brota de la base bien definida de la peregrinación de la Iglesia, y en especial de los jóvenes, que quieren participar de modo particular en esta peregrinación. En el programa de los encuentros de estas Jornadas da sus frutos la pastoral de los jóvenes en sus múltiples formas. Dan sus frutos tanto en la conciencia como en la actitud apostólica de los jóvenes mismos.
Al mismo tiempo la Jornada de la Juventud es, en cierto sentido, un nuevo inicio del camino de ese apostolado y de la pastoral que a él sirve. Gracias a esto toma forma concreta lo que ―siguiendo el Concilio Vaticano II― se suele llamar "una nueva evangelización". Está claro que precisamente los jóvenes, las nuevas generaciones, deben ser las protagonistas de esta nueva evangelización.
6. Esta Jornada Mundial ha sido intensamente preparada por parte de las diversas Conferencias Episcopales, pero sobre todo por parte de las Comisiones Nacionales para los Jóvenes, constituidas en muchos países: todo ello bajo la coordinación del Pontificio Consejo para los Laicos.
Los días inmediatamente precedentes a la Jornada Mundial, en Santiago de Compostela se desarrolló un "Forum internacional de los jóvenes", en el que tomaron parte representantes de más de 50 países. Este intenso trabajo preparatorio, unido a la fuerza espiritual de la peregrinación, ha dado un resultado superior al previsto. El número de jóvenes que se han dirigido en peregrinación a Santiago se calcula en más de medio millón. Sin embargo, más allá de las cifras y de los aspectos exteriores de la manifestación, me urge subrayar con vivo aprecio tanto la obra insustituible que prestaron, en esta ocasión, tanto sacerdotes y religiosos, especialmente por cuanto se refiere a la preparación espiritual, y, sobre todo, a las sagradas confesiones, como, en general, el trabajo silencioso pero constante de aquellos que, como animadores y animadoras, acompañan día tras día el camino de crecimiento espiritual de los jóvenes, sosteniéndolos en el esfuerzo de seguir con valentía a Cristo "Camino, Verdad y Vida".
7. La visita al santuario de la Virgen de Covadonga en el territorio de la archidiócesis de Oviedo, fue un complemento de la peregrinación a Santiago de Compostela. Precisamente en esta parte de España, Asturias, comenzó la obra de liberación del país de la ocupación árabe. Y esa liberación fue al mismo tiempo la lucha por la defensa de los valores cristianos.
Eso tuvo lugar en el siglo VIII con Don Pelayo.
Defendiéndose de los invasores y reconquistando su propia tierra en la península ibérica, los antepasados de la España actual pusieron juntamente, en cierto sentido, una piedra angular de su identidad nacional y cristiana (católica).
El santuario de la Virgen de Covadonga está íntimamente vinculado con todo este importante proceso y permanece como la cuna de la España cristiana y símbolo de su identidad nacional.
8. Los jóvenes, que de diversos países de Europa han venido a Santiago de Compostela para la Jornada Mundial, son conscientes del hecho de que poner en marcha una nueva evangelización significa hacer referencia a aquel comienzo que, en diversos lugares del continente, sucedió hace siglos. Cristo es la piedra angular. Es Él quien dijo de sí mismo: "Yo soy el Camino; la Verdad y la Vida". Construyendo sobre Él volveremos a encontrar no sólo el camino hacia el pasado de los pueblos europeos, sino también el camino hacia el futuro. Y este camino, esta verdad y esta vida se confirman como los únicos válidos para las generaciones que el próximo milenio se asomarán al escenario de la historia.
Saludos
A mi regreso de España, quiero saludar cordialmente a los peregrinos venidos de allí, así como a los de Latinoamérica. Saludo también con afecto a los miembros de la Asociación San Vicente Ferrer del Altar de Ruzafa (Valencia), a quienes deseo agradecer vivamente su presencia aquí, con ocasión de 75 aniversario de su fundación. Recuerdo aún con emoción la extraordinaria participación popular en las ceremonias litúrgicas tenidas en Valencia, con motivo de mi visita pastoral. Pido al Señor, por mediación de Nuestra Señora de los Desamparados, que seáis capaces de vivir plenamente las enseñanzas evangélicas y deis testimonio de ellas, colaborando de este modo a la edificación de la Iglesia.
Deseo saludar asimismo a los miembros de la Institución Teresiana de diversos países europeos, que realizan en Roma un encuentro de estudio. También saludo a los grupos parroquiales españoles, así como a los representantes de la Confederación castellonense de empresarios.
Mi saludo se dirige también a los peregrinos venezolanos; a la peregrinación Guadalupana de México y al grupo de quinceañeras mexicanas. A todos vosotros propongo también lo que hemos vivido con los jóvenes en Santiago de Compostela, que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.
Os imparto mi bendición apostólica, que extiendo complacido a vuestras familias
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