Carta de Su Santidad Benedicto XVI al Presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo con ocasión del Xl aniversario de la "Nostra Aetate", 26 de octubre de 2005
CARTA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
AL PRESIDENTE DE LA COMISIÓN
PARA LAS RELACIONES RELIGIOSAS CON EL JUDAÍSMO
CON OCASIÓN DEL XL ANIVERSARIO DE LA "NOSTRA AETATE"
Al venerable hermano
Cardenal WALTER KASPER
Presidente de la Comisión
para las relaciones religiosas
con el judaísmo
Han pasado cuarenta años desde que mi predecesor el Papa Pablo VI promulgó la declaración Nostra aetate del concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, que inauguró una nueva era en las relaciones con el pueblo judío y constituyó la base para un sincero diálogo teológico. Este aniversario nos brinda muchos motivos para expresar nuestra gratitud a Dios todopoderoso por el testimonio de todos los que, a pesar de una historia compleja y a menudo dolorosa, y especialmente después de la trágica experiencia de la Shoah, inspirada por una ideología racista neopagana, han trabajado valientemente para promover la reconciliación y una mayor comprensión entre cristianos y judíos.
Al establecer los fundamentos de una renovada relación entre el pueblo judío y la Iglesia, la declaración Nostra aetate puso de relieve la necesidad de superar los prejuicios, las incomprensiones, la indiferencia y el lenguaje de hostilidad y desprecio del pasado. La Declaración ha sido la ocasión para una comprensión, un respeto mutuo y una cooperación mayores y, a menudo, para una amistad entre católicos y judíos. También los ha impulsado a reconocer sus raíces espirituales comunes y a apreciar su rico patrimonio de fe en el único Dios, creador del cielo y la tierra, que estableció su alianza con el pueblo elegido, reveló sus mandamientos y enseñó la esperanza en las promesas mesiánicas que dieron confianza y consuelo en las dificultades de la vida
En este aniversario, al repasar cuatro décadas de fructíferos contactos entre la Iglesia y el pueblo judío, debemos renovar nuestro compromiso con el trabajo que aún queda por realizar. A este respecto, desde los primeros días de mi pontificado, y de modo particular durante mi reciente visita a la sinagoga de Colonia, expresé mi firme determinación de seguir las huellas trazadas por mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II. El diálogo entre judíos y cristianos debe seguir enriqueciendo y profundizando los vínculos de amistad que se han desarrollado, mientras que la predicación y la catequesis deben esforzarse por asegurar que nuestras relaciones mutuas se presenten a la luz de los principios enunciados por el Concilio. Con vistas al futuro, albergo la esperanza de que tanto en el diálogo teológico como en los contactos diarios y en la colaboración, los cristianos y los judíos den un testimonio común cada vez más convincente del único Dios y de sus mandamientos, de la santidad de vida, de la promoción de la dignidad humana, de los derechos de la familia y de la necesidad de construir un mundo de justicia, de reconciliación y de paz para las futuras generaciones.
En este aniversario, le aseguro mi oración por usted, por los miembros de la Comisión y por todos los que trabajan por promover una comprensión y una cooperación cada vez mayores entre cristianos y judíos de acuerdo con el espíritu de la declaración Nostra aetate. Sobre todos vosotros invoco cordialmente las bendiciones divinas de sabiduría, alegría y paz. Vaticano, 26 de octubre de 2005
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