Discurso del Papa Benedicto XVI al personal de la comisaría de policía que se halla junto al Vaticano, Sábado 14 de enero de 2006
DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
AL PERSONAL DE LA COMISARÍA DE POLICÍA
QUE SE HALLA JUNTO AL VATICANO
Sábado 14 de enero de 2006
Señor prefecto;
señor jefe de policía;
señor director;
queridos funcionarios y agentes:
El encuentro del Papa con vosotros, que todos los años se renueva, representa una hermosa tradición, queridos amigos, que con esmero y profesionalidad estáis al servicio de los peregrinos y os encargáis de garantizar la seguridad en la plaza de San Pedro y en torno al Vaticano. Además, es una ocasión oportuna para intercambiarnos cordiales felicitaciones al inicio del nuevo año, que deseo sea para todos sereno y provechoso.
Tengo la alegría de acogeros por primera vez como Sucesor del apóstol san Pedro, aunque en el pasado casi diariamente me encontraba con vosotros en la plaza o en los alrededores, y siempre pude constatar personalmente cuán meritorio es vuestro arduo trabajo. Por tanto, os doy con afecto a cada uno mi sincera bienvenida y mi saludo, que de buen grado extiendo a vuestras respectivas familias y a todos vuestros seres queridos.
En particular, quisiera saludar a vuestro director general, doctor Vincenzo Caso, que desde hace pocos meses está al frente de la Comisaría, agradeciéndole las amables palabras que me ha dirigido en nombre de los presentes y de cuantos forman parte de vuestra singular comunidad laboral. También quisiera saludar cordialmente al prefecto Salvatore Festa.
Os encargáis de mantener el orden y la seguridad. Esta tarea requiere preparación técnica y profesional, así como mucha paciencia, vigilancia constante, amabilidad y espíritu de sacrificio. Los que trabajan en las diversas oficinas de la Santa Sede, los peregrinos y los turistas que vienen a encontrarse con el Papa o a rezar en San Pedro, saben que pueden contar con vuestra asistencia discreta y eficiente. Sois para ellos silenciosos y atentos "ángeles custodios" que velan día y noche sobre la zona.
¿Cómo no recordar, por ejemplo, el gran esfuerzo realizado por vuestra Comisaría y por la policía, con el apoyo de diversos componentes de las Fuerzas armadas italianas y otros organismos, en los difíciles días de la enfermedad, la muerte y el funeral del amado Papa Juan Pablo II? Igualmente eficientes fuisteis con ocasión de mi elección a la Sede de Pedro. Aprovecho este encuentro para renovar mi agradecimiento más sincero y el de mis colaboradores a todos los que en aquellas circunstancias históricas contribuyeron a que todo se desarrollara con orden y tranquilidad, y el mundo entero pudo admirar la eficiencia de la organización desplegada.
Esto lleva a considerar cuán importante es trabajar siempre en armonía y con sincera cooperación por parte de todos. Las familias, las comunidades, las diferentes organizaciones, las naciones y el mundo mismo serían mejores si, como en un cuerpo sano y bien articulado, cada miembro desarrollara con conciencia y altruismo su propia tarea, sea grande o pequeña.
Queridos amigos, abramos el corazón a Cristo y acojamos con confianza su Evangelio, valiosa regla de vida para quienes buscan el sentido verdadero de la existencia humana. Pidamos ayuda a la Virgen María para que, como Madre solícita, os proteja a cada uno de vosotros, a vuestras familias, vuestro trabajo, y vele sobre Italia durante el año 2006, recién iniciado.
Con estos sentimientos, invoco sobre vosotros y sobre vuestros seres queridos la abundancia de los dones celestiales, a la vez que de corazón imparto a todos una especial bendición apostólica.
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