Rezo del rosario con los unviersitarios
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DEL REZO DEL ROSARIO CON OCASIÓN
DE LA VI JORNADA EUROPEA DE LOS UNIVERSITARIOS
Sábado 1 de marzo de 2008
Queridos jóvenes universitarios:
Al final de esta vigilia mariana, con gran alegría os saludo a todos los que estáis aquí presentes y a quienes participáis en la oración a través de conexiones por satélite. Saludo y expreso mi agradecimiento a los cardenales y obispos, en particular a los que han presidido el rezo del rosario en las sedes conectadas: Aparecida, en Brasil; Aviñón, en Francia; Bucarest, en Rumanía; Ciudad de México, en México; La Habana, en Cuba; Loja, en Ecuador; Minsk, en Bielorrusia; Nápoles, en Italia; Toledo, en España; y Washington, en Estados Unidos. Cinco sedes en Europa y cinco en América. De hecho, esta iniciativa tiene por tema: "Europa y América unidas para construir la civilización del amor". Y precisamente sobre este tema se ha celebrado en estos días, en la Universidad Gregoriana, un congreso, a cuyos participantes dirijo un cordial saludo.
Ha sido acertada la decisión de poner de relieve cada vez la relación entre Europa y otro continente, en una perspectiva de esperanza. Hace dos años, Europa y África; el año pasado, Europa y Asia; este año, Europa y América. El cristianismo constituye un vínculo fuerte y profundo entre el así llamado "viejo continente" y el que ha sido llamado "el nuevo mundo". Basta pensar en el puesto fundamental que ocupan la sagrada Escritura y la liturgia cristiana en la cultura y en el arte de los pueblos europeos y americanos. Sin embargo, por desgracia, la así llamada "civilización occidental" ha traicionado en parte su inspiración evangélica. Por tanto, se impone una reflexión honrada y sincera, un examen de conciencia. Es necesario discernir entre lo que construye la "civilización del amor", según el designio de Dios revelado en Jesucristo, y lo que en cambio se opone a ella.
Me dirijo ahora a vosotros, queridos jóvenes. En la historia de Europa y de América, los jóvenes siempre han sido promotores de impulsos evangélicos. Basta pensar en jóvenes como san Benito de Nursia, san Francisco de Asís y el beato Karl Leisner, en Europa; como san Martín de Porres, santa Rosa de Lima y la beata Catalina Tekakwitha, en América. Jóvenes constructores de la civilización del amor. Hoy Dios os llama a vosotros, jóvenes europeos y americanos, a cooperar, junto con vuestros coetáneos de todo el mundo, para que la savia del Evangelio renueve la civilización de estos dos continentes y de toda la humanidad.
Las grandes ciudades europeas y americanas son cada vez más cosmopolitas, pero con frecuencia les falta esta savia capaz de hacer que las diferencias no sean motivo de división o de conflicto, sino más bien de enriquecimiento recíproco. La civilización del amor es convivencia respetuosa, pacífica y gozosa de las diferencias en nombre de un proyecto común, que el beato Papa Juan XXIII apoyaba sobre los cuatro pilares del amor, la verdad, la libertad y la justicia.
Esta es la consigna que hoy os dejo, queridos amigos: sed discípulos y testigos del Evangelio, porque el Evangelio es la buena semilla del reino de Dios, es decir, de la civilización del amor. Sed constructores de paz y de unidad. La iniciativa de entregaros a cada uno de vosotros el texto de la encíclica Spe salvi en un disco compacto en cinco idiomas es signo de esta unidad católica, es decir, universal e íntegra en los contenidos de la fe cristiana, que nos une a todos. Que la Virgen María vele sobre vosotros, sobre vuestras familias y sobre todos vuestros seres queridos.
Ahora quiero saludar en los diferentes idiomas a cuantos están unidos con nosotros desde las otras ciudades a través de las conexiones radiotelevisivas.
(En castellano)
Queridos jóvenes reunidos en las ciudades de México, La Habana, Loja, y Toledo, sed testigos de la gran esperanza que Cristo ha traído al mundo. Que el Señor os bendiga y os acompañe en vuestros compromisos de estudio.
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