Visita a la catedral de Guatemala
VIAJE APOSTÓLICO A AMÉRICA CENTRAL
PALABRAS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
DURANTE SU VISITA A LA CATEDRAL
DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
Guatemala, lunes 7 de marzo de 1983
Señor Cardenal,
amadísimos hermanos y hermanas,
¡La paz sea siempre con vosotros!
Sean estas palabras evangélicas, tan llenas de esperanza, expresión de mi saludo cordial a todos vosotros aquí reunidos, y a la vez de mi agradecimiento por la afectuosa acogida que me habéis dispensado.
Doy gracias a Dios que me ha traído hoy a esta santa iglesia catedral, conocida y admirada por la belleza y armonía de sus formas; pero tanto más entrañable para mí por el significado eclesial que este sagrado recinto representa para vosotros, fieles de Guatemala.
Este templo primado es en efecto, desde hace siglos, testigo fidedigno del deseo de renacer en la fe y en la fidelidad constante, a veces no sin pruebas y sacrificio, a la Iglesia de Cristo. Desde este lugar de comunión, vosotros los guatemaltecos habéis de sentir la urgencia de construir, a la luz del Evangelio, una morada común; es decir, un pueblo de hermanos, fundado sobre las exigencias de la fe y del amor.
El Señor que aquí tiene su casa, habita en medio de vosotros y os quiere a todos, trabajadores de su heredad e hijos fieles dentro de su hogar. A su lado y en su presencia, esto es, animados y fortalecidos por su gracia, iréis consolidando día a día el ambiente de comunión, sabiendo bien que esto compromete a purificar de asperezas los corazones, a ser sensibles a los demás y a superar todo brote de contiendas o de egoísmos y divisiones mediante un diálogo sincero y una incansable voluntad de colaboración.
Que la Santísima Virgen de la Asunción, a la que está dedicado este templo, aliente estos propósitos, vele sin cesar sobre vosotros y sea valiosa intercesora ante su Hijo en favor vuestro y del querido pueblo de Guatemala. Con estos deseos imparto, especialmente a los enfermos y ancianos, mi afectuosa Bendición.
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