Domingo de Moisés y de la samaritana
"Tengo los ojos puestos en el Señor porque él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido."
Reflexión
Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a Él, y Él te habría dado agua viva.» (Juan 4:10).
Las personas de Israel han pecado; han renegado y probado a Dios con su falta de fe y desconfianza. A su ingratitud y dureza de corazón, Dios responde con el regalo del agua que fluye. Esta agua es más que una señal de la Divina Providencia que está presente en Moisés y en el agua; predice esa otra agua, la vida nueva, que ofrece en Cristo.
Jesús le pide de beber a la mujer Samaritana y entonces, en diálogo con ella, le ofrece agua viva y se revela como el Mesías (Cristo.) La mujer deja su cántaro de agua, su vida pasada, y corre a contar a todas las personas lo que pasó. Jesús, en nuestro bautismo también nos invita a beber ésta agua viva y, como la Samaritana, nos da la oportunidad de reconocer nuestros errores, cambiar nuestra vida y dar testimonio de lo que creemos...
Oración
Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien, que aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados, mira con amor a tu pueblo penitente y restaura con tu misericordia a los que estamos hundidos bajo el peso de las culpas. Por nuestro Señor, Jesucristo. Amén.