Nuestra Señora de Copacabana - 5 de agosto - Bolivia
Copacabana es una ciudad y puerto de Bolivia, capital de la provincia de Manco Cápac, sobre el lago Titicaca.
Copacabana se halla enclavada a las orillas del Lago Sagrado o Titicaca, en la península del mismo nombre. El grandioso escenario que le rodea está compuesto por el macizo andino de la Cordillera Real.
Desde los primeros días de la Conquista del Collao por los hermanos Pizarro, hacia el 1538, se comenzó a predicar el Evangelio. Esta misión difícil en esos momentos la tomaron los religiosos de la Orden de Santo Domingo.
Francisco Tito Yupanqui, de sangre ral, era descendiente directo de los Reyes Incas. Nació en Copacabana y en el escudo de armas que concedió el Emperador Carlos V a sus antepasados tenía el lema "Ave María". Se conoce poco de su vida anterior a la confección de la imagen de la Candelaria y su vida posterior a la entronización de la sagrada imagen.
Desde niño demostró profundo amor a la Santísima Virgen María y por este amor defendió el deseo de su parcialidad, pues era Hanansaya, que la imagen de la Candelaria presidiera en el altar mayor de la humilde capilla de Copacabana y el anhelo de contar con la Cofradía para honrar a la Santísima Virgen.
Tenía inclinación natural a la pintura y a la escultura. Carecía, en cambio, del conocimiento de las elementales reglas de estas nobles artes.
No obstante, ayudado por su hermano Felipe, trabajó una imagen de la Virgen en arcilla, de una vara de alto. Por los resultados, esta imagen debió representar la buena voluntad alejada de las gracias naturales de María. Fue colocada a un lado del altar por el padre Antonio de Almeida, que hacía de párroco o doctrinero. Al dejar Copacabana don Antonio de Almeida, se hizo cargo de Copacabana el doctrinante bachiller don Antonio Montoro, quien al ver esa imagen desgarbada, tosca, sin proporciones, mandó sacarla del altar y llevarla con desaire a un rincón de la sacristía.
Humillado Francisco Tito por este contratiempo y aconsejado por los suyos, marchó a Potosí, que a la sazón contaba con destacados maestros en escultura de imágenes sagradas. El sincero y profundo amor que experimentaba a la Santísima Virgen era más eficaz que su inclinación natural a la imaginería y la pintura.
Con fervientes oraciones y ayunos, comprometió la bondad de María para proporcionar a su pueblo una imagen digna de veneración. Con esta santa preocupación buscaba, el pobre escultos, por todas las iglesias de Potosí una imagen de la Virgen que pudiera servirle de modelo. Le indicaron una en Santo Domingo. Se fijó en ella con suma atención para grabarla en su mente.
Tito Yupanqui, el sencillo amante de la Virgen María, llegó a adquirir en el taller del maestro Diego Ortiz, cierto dominio en la escultura y en la preparación de la madera. Con esos conocimientos se resolvió trabajar la imagen definitiva de la Candelaria. Antes de comenzar su trabajo, hizo celebrar una Misa en honor de la Santísima Trinidad, para obtener sobre su obra la bendición divina.
Fue indecible el gozo que experimentaba Francisco Tito Yupanqui mientras daba los últimos toques a su bendita y amada Virgen Candelaria.
Llegó al pueblo de Copacabana la preciosa imagen en medio de los sollozos de la confusa procesión. Fue un triunfo de la Virgen la llegada a su trono de gloria. Desde allí dio comienzo a su maternal misericordia, derramando a manos llenas milagros extraordinarios y gracias sin cuento.
Los milagros otorgados por la Virgen de Copacabana a cuantos la han invocado con fe y confianza, son innumerables.